¿Qué convierte una piedra preciosa en una gema? Lo cierto es que influyen varios aspectos, como el gusto personal, la moda, las tradiciones, las costumbres, las creencias y hasta el progreso tecnológico y científico.
Normalmente, se considera gema o piedra preciosa aquella que tiene una cotización en el mercado internacional. En la mayor parte de los casos, las gemas que se exponen en ferias especializadas son minerales tallados y pulidos de una manera determinada, pero también sustancias producidas por vegetales y animales, como puede ser el caso del ámbar.
Junto a diamantes, rubíes, turquesas, zafiros y muchos otros minerales formados en la corteza terrestre, también son gemas el ámbar los corales y las perlas, que son generados por organismos vivos.
Para destacar su belleza, unos y otros son sometidos a diversos procesos que facilitan su adecuación a distintos soportes: tallas para engastes, agujeros para pasar collares, etc.
Pero para que una piedra se considere preciosa debe ser reconocida y apreciada como tal por gran cantidad de gente. Si una tribu del amazonas venera los cantos de río eso no los va a convertir en gemas valiosas fuera de las fronteras de esa tribu.
La escasez y la dificultad en su consecución también son factores que contribuyen a elevar el precio de las gemas.
Qué son entonces las piedras semipreciosas. En realidad, aquellas que son menos conocidas por el gran público que el rubí o la esmeralda. Puede ser el caso de la turmalina o la andalucita, entre otras muchas. Pero eso no les resta un ápice de valor, una turmalina azul de Paraiba (Brasil) puede valer más que un rubí e incluso que un diamante.