Las piedras y la magia, influencia directa de los planetas

Se creía que las gemas, como los seres humanos, fueron generadas bajo la influencia directa de un planeta y que pueden ser asociadas a un signo del zodiaco.

En la práctica de la magia, los minerales y las gemas eran indispensables para elaborar talismanes y amuletos. Su función resultaba potenciada si se grababa sobre ellos símbolos, señales, figuras, escritos mágicos o fórmulas propiciatorias como abracadabra.

Establecer una relación entre el hombre y el universo permitía poner al servicio del hombre la potencia de los planetas, las estrellas y los elementos. Se creía que las gemas, como los seres humanos, fueron generadas bajo la influencia directa de un planeta y que pueden ser asociadas a un signo del zodiaco. Por ejemplo, a una persona nacida bajo el signo de Piscis, es decir, entre el 20 de febrero y el 21 de marzo, se le prescribía como piedra una amatista, que se transformaba en un potente talismán si se le grababa, mediante ritos especiales, un hombre armado con una espada y cabalgando sobre un dragón.

En tal caso, según un lapidario francés del siglo XVI, el poseedor la podía engastar en un anillo de plomo o de hierro y obligar así a los espíritus de las tinieblas a revelarle la ubicación de ricos tesoros.

Hasta el siglo XVI los minerales y las gemas eran descritos en los lapidarios, compendios similares a los herbarios para las especies vegetales y a los bestiarios para los animales, donde eran minuciosamente descritas sus características y propiedades.

El primer lapidario, imitado por la mayoría de autores de la Edad Media, es el contenido en la obra de Pinio el Viejo (siglo I dC) ‘Naturalis Historia’. Algunos lapidarios medievales se referían a las virtudes mágicas y medicinales de las piedras, y otros explicaban sus correspondencias astrológicas o sus connotaciones religiosas. La mayoría estaban escritos en verso, como el ‘Liber Lapidum seu de Gemmis’, de Marbodo, que explica las virtudes médicas y sobrenaturales de 60 piedras.

Los lapidarios arábicos solían tener un carácter más mineralógico; a diferencia del lapidario de Alfonso X, quizá uno de los más famosos, que además incluye un paradigma astrológico y mágico.